La vibrante democracia turca es una fuente de inspiración para los países árabes, que tratan de quitarse de encima el yugo autocrático, apoyado éste por los países occidentales, dice Eric Walberg

El Partido Justicia y Desarrollo (AKP) ha sido elegido para un nuevo mandato con la aprobación de los electores, con su acercamiento hacia Oriente Medio, y su creciente importancia en el marco europeo. Ahora Turquía está siendo cortejado por los países de la OTAN, pero aún más por el mundo árabe.

Turquía ha sido durante siglos una encrucijada entre Oriente y Occidente, pero se convirtió en una sombra de sí misma durante el siglo XX. Un siglo en el que Europa y los Estados Unidos desmembraron el califato otomano, instalaron un estado judío de inspiración occidental en el corazón del mundo árabe, y redujeron a la nada las raíces árabes de la vida política y social turca. El fin de la Guerra Fría ha traído de nuevo un acercamiento a las relaciones “naturales” entre los pueblos turco y árabe, aumentando su importancia geopolítica, pero Occidente sigue apoyando el status quo de la Guerra Fría, regímenes dictatoriales en la región, dominada por un combativa Israel.

Las revoluciones en el mundo árabe han traído a Turquía al primer plano en la región. Pero no se trata de otra cosa que un regreso a sus raíces naturales. “La ola de revoluciones en el mundo árabe ha sido algo espontáneo, pero es algo que tenía que pasar para restablecer el flujo natural de la Historia”, dijo el canciller turco Ahmet Davutoglu a los líderes del Cumbre del Cambio en Estambul el pasado mes de marzo.

En el desarrollo de la denominada Primavera árabe, Turquía ha demostrado que está más acorde con las necesidades de la región que Europa y Estados Unidos. El derrocamiento de  Zein Al-Abidine bin Ali y de Mubarak en Egipto, aliados de Estados Unidos, fue recibido con alarma en Washington, pero con alegría en Ankara. En otros países, la “Primavera árabe” ha sido más compleja, y la respuesta de Turquía confirma su nueva asertividad, independientemente de sus aliados de la OTAN.

En todos los países árabes se está experimentando inestabilidad y cambios, y Occidente pretende mantener sus intereses en la región – financieros, económicos y políticos. Después de haber “perdido” a Mubarak, el Presidente Barack Obama y el G-8 han ofrecido “generosamente” un cambio en la extenuante deuda del nuevo Egipto -contraída durante el régimen de Mubarak, para así mantener un mayor control sobre la industria egipcia, seguramente estableciendo un pacto con el diablo. Estados Unidos está ejerciendo una gran presión sobre el ejército egipcio para que mantengan el acuerdo de paz con Israel, a pesar de que la mayoría de los egipcios quieren que ese pacto se cancele inmediatamente.

El objetivo de Occidente, tanto en Libia como en Siria, ha sido la deshacerse de todo lo que sonase en contra del Imperio y de la disminución de  la influencia occidental, aún a riesgo de desestabilizar a esos países. Mientras que Occidente no hizo un llamamiento a los dictadores de Túnez y Egipto para que huyesen de palacio, esto sí que se ha hecho con Gaddafi y Al-Assad, bombardeando al primero y exigiendo sanciones contra el segundo. Sin embargo, el entusiasmo Occidental por Mubarak y Ben Ali ayudó a sellar su destino, y el respaldo occidental a la oposición en Siria y en Libia, en realidad ha dado lugar a una disidencia dentro de la oposición y ha contribuido a reforzar el apoyo a los regímenes existentes. Siendo represivos, los súbditos sienten que han de resistir frente a la invasión imperial.

Sin ningún tipo de equipaje imperial, la respuesta de Turquía a los nuevos Egipto y Túnez ha sido la de dar consejo y ayuda sin condiciones. Dada la complejidad de las revueltas de Libia y Siria, su respuesta a estos conflictos ha sido más medida, llamando a las negociaciones, reformas y en contra del uso de la violencia, para permitir a los países mantener su integridad territorial y la reconstrucción sin interferencias del exterior.

La adhesión de Turquía  a la OTAN la coloca en una posición clave para influir en los planes de Occidente para la región. Reafirmando cada vez más claramente su independencia bajo el AKP, desde su negativa a aprobar la invasión de Estados Unidos de Irak, continuando con su negativa a aprobar la colonización de Palestina por parte de Israel, como miembro de la OTAN puede conseguir que su voz se escuche y no quede al margen. Esto da a Turquía más peso en el pensamiento estratégico occidental, y pone una gran responsabilidad sobre los hombros de los dirigentes turcos. Con el nuevo mandato renovado por parte del APK, se espera una continuación de su  política exterior independiente y razonada, y con peso.

Hay situaciones complejas y peligrosas  a las que se enfrenta Turquía. La ilegal guerra emprendida contra Libia está en una situación sin salida;  las negociaciones turco-rusas-africanas continuarán y se espera que den sus frutos. Los continuos disturbios en Siria es una fuente de preocupación y requiere firmeza, inteligencia y paciencia.

La intransigencia israelí y la imprudencia son los grandes retos de Turquía, con la segunda Flotilla de la Libertad intentando romper el asedio de Gaza, que pronto saldrá de Turquía. Israel está realizando de modo desesperado presiones contra las potencias occidentales y Turquía, intentando detener la flotilla, preocupados por si nuevamente las Fuerzas de Defensa israelíes repiten la masacre del año pasado en alta mar, acelerando la descomposición del país que pretenden defender, mientras el mundo se pone en su contra.

El Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Avigdor Lieberman, ha expresado su temor de que los “Hermanos Musulmanes” de Egipto “socaven el tratado de paz”, que el 85% de los israelíes aprueba. Pero no es necesaria una guerra del miedo. Mientras que los egipcios no tienen ningún apego por Israel, tampoco quieren una nueva guerra contra un vecino poderoso y despiadado.

A lo que tiene miedo Lieberman es a la posición de Turquía, que apuntale el nuevo Egipto, ya que ha aprendido a caminar de nuevo. Davutoglu dice que posición unilateral de Estados Unidos en Oriente medio no es la mejor solución de los problemas y la forma de aliviar las tensiones, y que “Israel debe ser tratado como cualquier otro país de la región”. Estas son palabras bien recibidas por los egipcios que permiten que el nuevo Egipto se una a Turquía para presionar a los intrusos occidentales para que sean en Oriente Medio socios situados al mismo nivel, no potencias hegemónicas en la región.

La propia democracia turca es un asunto candente, habiéndose producido el encarcelamiento de periodistas, y por otro lado el asunto  la trama militar denominada Ergenekon, que pretendía derrocar al Gobierno. Sea cual sea el resultado de este enfrentamiento entre el Gobierno y sus críticos de la sociedad civil, la apertura de la prensa turca es algo que no se puede negar.

Cuando se escriba la historia de este período, los esquemas imperiales requerirán de un capítulo dedicado a Turquía, al igual que habrá un capítulo dedicado a los países árabes. Para alcanzar una paz significativa en Oriente Medio, hay que poner fin a la injerencia externa. Las relaciones entre los países no deben basarse en la presión, la intriga y la invasión, sino en la dignidad y el respeto. Erdogan, en su discurso de la victoria, dijo: “ Oriente Medio, el Cáucaso, los Balcanes,  han ganado, al igual que Turquía ha ganado”. 


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Canadian Eric Walberg is known worldwide as a journalist specializing in the Middle East, Central Asia and Russia. A graduate of University of Toronto and Cambridge in economics, he has been writing on East-West relations since the 1980s.

He has lived in both the Soviet Union and Russia, and then Uzbekistan, as a UN adviser, writer, translator and lecturer. Presently a writer for the foremost Cairo newspaper, Al Ahram, he is also a regular contributor to Counterpunch, Dissident Voice, Global Research, Al-Jazeerah and Turkish Weekly, and is a commentator on Voice of the Cape radio.

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